sábado, 26 de abril de 2014

Un viernes

Era un día nublado, lluvioso. La melodía de las gotas era relajante. Ella estaba en clase de matemáticas, sentada en primera fila, dos mesas la separaban de la ventana.
La lluvia cada vez era más intensa.
Sonó un trueno.
Dos mesas era mucha distancia. Cuando miró por la ventana se fijó en la mancha blanquecina que tiene forma de canguro. Detrás de ella, como si fuera una simple sombra en una nube vio unas alas gigantescas y una cola. Desapareció en un instante.
Sabía que no podía ser real. Pero, ¡qué más da!
"Sí, claro... Un trueno" pensó.
La lluvia perdía intensidad.
Ahora sí que es relajante.
No quería disimular, simplemente empezó a soñar.
Explicaban ejercicios con dados. Tenía los ojos muy abiertos, pero ella estaba en otro lugar.
Era un dado que saltaba por un puente de madera, «Calcula la probabilidad de...» y se lanzó al agua.
Pasaron unos minutos...
Sonó la campana. Hora de comer. Buen fin de semana.