lunes, 1 de agosto de 2011

Memorias

Por la noche todo cambia.
Estoy mirando al techo,
tengo una pared a mi izquierda;
gracias a ello, una parte de mi se siente a salvo.
Al otro lado tengo el resto del mundo.
Un mundo que se abre tras mi puerta.
Me siento insegura aunque no debería estarlo.
Es absurdo.
Mamá siempre ha dicho que la puerta está cerrada,
que no puede pasar nada raro.
Pero escucho la risita inocente de una niña pequeña que se repite tres veces.
Si el sol estuviera arriba la reacción sería diferente.
La perra está durmiendo a mi lado.
Está tranquila.
Únicamente me siento protegida por la pared y la manta que ahora me tapa hasta la nuca.
Sin ningún motivo aparente, me levanto de la cama y no veo nada.
Sin embargo,
la risita regresa; esta vez más cerca,
lo que provoca que mi manta vuelva a su antigua posición.
Sólo me queda esperar...
  -Buenos días, Paula.

No hay comentarios:

Publicar un comentario